Ciao a tutti,
Cada vez que oigo hablar de marketing, posicionamiento, branding, merchandising, engangement, ROI, SEO, UX y toda la pesca noto una leve urticaria que me recorre todo el cuerpo.
Tengo que asumir que estoy incómodo en ese mundo y que fundamentalmente se debe a una negación de la realidad. La librería es un negocio, si queremos que esto siga funcionando, más vale que entre más dinero del que sale y cuanto más sepamos de cómo hacerlo, mejor. Pero reconozco que tengo cierto pudor con el tema, que me incomoda hablar de estas cosas, incluso que me resisto a todo lo que suene como los palabros del primer párrafo.
Lo peor es que me da la impresión de que simplemente trato de no racionalizar que lo hacemos en la librería, por mucho que me lo quiera negar a mi mismo en la librería hay marketing, brandig y todas esas zarandajas. Nos tomamos muy en serio nuestro trabajo intentando mantener ese complicado equilibrio entre intentar vender todo lo que podamos siendo honestos y respetando exquisitamente a nuestros clientes, pero hay que asumir lo que hay.
En cualquier caso no es solo manía mía, en ese mundo hay vendehumos, claro, mucho curso, mucha palabreja… hace ya unos cuantos años fui a una charla/seminario organizada por la asociación de comerciantes sobre un tema que desconocía totalmente: El benchmarking. Y ahí que me fui yo, rodeado de compañeros de todo tipo de establecimientos y oyendo a un experto en la materia…
Y ¿qué es el benchmarking? dices mientras clavas en mi tu pupila azul ¿qué es benchmarking? ¿y tú me lo preguntas? ¡benchmarking eres tú!
Literal: Benchmarking eres tú. Y yo, que practico este noble arte, lo que hago es ir a tu negocio a copiarte. Tal cual, una charla de más de dos horas para decirnos que copiemos a nuestra competencia y a poder ser que viajemos y copiemos a la competencia de las grandes ciudades, a las tiendas más molonas…
Nos ha jodido el experto…
Pues no llevamos todos haciendo eso desde el principio, pues no he ido yo a pasear por otras ciudades a a ver cómo se hace… pues no he tomado nota de refilón cuando estoy en una librería dónde no me conocen y he preguntado de manera descarada cuando se trataba de la librería de un amigo…
Que está todo inventado y que lo que hacemos es lo que podemos, tirando de nuestra personalidad, nuestros defectos y virtudes, lo que aprendemos a golpes y lo que copiamos de amigos y desconocidos…
Pero que ahora me digan que hay que hacer benchmarking cuando llevo haciéndolo desde mucho antes de saber que iba a abrir una librería… con lo que me benchmarkean a mi también, que esto es más viejo que el hambre…
En fin, si se me pasa el sofoco la próxima vez os hablare del marketing emocional y este propio boletín, que es que no sé ni para qué hago las cosas…
Y ojo, que en esto hay como en botica, que no estoy diciendo que el marketing no sea serio y útil (aunque me de un poco de cosica)
En al librería
A ver, ¡que tenemos mucha mandanga así que voy a los highlights!
Este viernes viene Imanol Ituiño a hacernos un espectáculo de magia para peques y no tan peques ¿qué por qué hacemos esto? Porque todos los que vayamos lo vamos a pasar en grande, porque yo me lo creo todo y más cuando lo hacen con talento simpatía y humor y porque ahora mismo necesitamos pero mucho creer en la magia…
El sábado más para los peques, el ya clasiquísimo taller de cómic de Mamen Moreu, los que van repiten, ¿puede haber algo mejor que críos dibujando tebeos? No lo creo. No os pongo link a la actividad porque ya está completa, pero estad atentos a próximos anuncios y a los campamentos de semana santa que haremos…
Ojo a los clubs de lectura: Bélico con Airborne, Manga con Wellcome to ballroom y el día 8 Diego García Rouco llevará uno sobre Black Metal, canela en rama y uno de los cómics que más he disfrutado en los últimos tiempos.
Como además es un semana de 5 martes aprovechamos el martes extra para hacer un club de lectura con los autores del propio tebeo. En este caso además es una ocasión especialísima, porque hablaremos de El diablo y el señor Twain con sus autores, nuestro compañero y amigo Mikel Bao y Koldo Azpitarte (que no es compañero pero sí amigo).
No diréis que no hay variedad…
Y ya no os doy más la chapa solo recordaros que el día 11 tenemos a Teresa Valero, presentando su esperadísimo Contrapaso 2. No sólo se trata de uno de los cómics más vendidos de los últimos años sino que además es uno de los mejores y Teresa lo tiene todo (da hasta un poco de rabia): es una guionista super sólida y con un talento natural para los diálogos, dibuja espectacular, sabe cómo contar una historia… Encima en las charlas tiene un discurso super sólido y es majísima… ¿no os he dicho que da rabia? ¿Os lo vais a perder?
Lecturas
Esta quincena he empezado algunos cómics que he dejado a medias, no os voy a decir cuales han sido porque como han sido unos días un poco ajetreados no tengo claro que sea tanto por la calidad de los tebeos como porque no estaba en la mejor de las situaciones para leerlos.
A veces son semanas tranquilitas de sosiego y lecturas y otras la vida te lleva por otro lado, cero quejas que la vida también está bastante bien, no sólo va a ser leer.
Y ahora a lo leído:
Me he acabado el Bringing Up Fahter, una recopilación de las tiras diarias y dominicales (menudo espectáculo las dominicales) publicadas originalmente entre 1939 y 1940. El humor puede pecar de tontorrón y blanco aunque se lee con cariño y una sonrisa en la boca, pero lo grande es lo gráfico, una línea clara apabullante, un uso de la silueta, de la gestualidad, de los decorados, de las multitudes, una puesta en página… en fin abruma, un estendalazo continuo. Yo no soy mucho de tebeos “bonitos” pero es que esto, como el Polly and Her Palls o el Gasoline Alley son den otro mundo, la labor de Diábolo en este sentido es de quitarse el sombrero.
Siguiendo con los clásicos, estoy empezando los integrales de Johan y Pirluit y me lo estoy pasando en grande, poco a poco va definiendo su estilo característico y las historias son todavía demasiado simples pero tiene un encanto irresistible y el crecimiento de Peyo en todos los sentidos es evidente.
También he releído Miedo, que funciona como un tiro, tanto por su historia de bullying como por el retrato de unos primeros 80 en los que todavía no nos habíamos quitado la caspa franquista de encima, un buen recordatorio para nostálgicos del antes estábamos mejor y una muestra de tres talentazos que luego no han hecho sino confirmar su categoría.
Voy sintetizando:
Días sin escuela es una lección de vida y un recordatorio de que la guerra en Europa no ha vuelto ahora tras la segunda guerra mundial, una novela gráfica muy emocionante. Trabajar y vivir es un cómic de no ficción con tres reportajes, los dos primeros fascinantes: sobre la gran dimisión de Estados Unidos tras el covid y sobre Corea y sus trabajadores de Manwha y los repartidores de venta on line… uff, que mal lo he pasado con esta parte…
El oficio del héroe de Matt Kindt y David Lapham es una especie de versión de Balas Perdidas en el mundo de Astro City, historias chungas y de baja estofa con superhéroes de fondo, hay altibajos entre historias pero me ha gustado bastante.
Tensión de Rotura es lo nuevo de Antonio Hitos, con eso está dicho todo: ¡Lo último de Antonio Hitos!
Dibujando Tebeos de Joan Scandell, ojeado puede dar pereza, porque el dibujo se le ha quedado al bueno de Joan (más de 80 años) un poco viejito y envarado, pero este repaso a su vida como machaca de los tebeos es amable y humilde además refleja bastante bien una carrera dedicada a realizar viñetas sin parar.
Y acabo con Bajo los árboles, donde nadie te ve, muy comentado en la librería y que juega con animalitos muy cuquis para una historia de psicópatas rurales. Aunque el género me aburre bastante, últimamente me ha pasado lo mismo que con El Depravado: me lo he leído de una sentada y me lo he pasado fenomenal, además este es autoconclusivo, no habrá que esperar para conocer su final. Muy bien.
Y lo dejo aquí, esta vez no hay recomendaciones de fuera del cómic que me están quedando últimamente los boletines que me aburro hasta a mí mismo.
Ciao amores, nos vemos por la librería.
Fernando